Este libro se adentra en el estudio de la relación entre mito y política en la ciudad clásica ateniense para rescatar del olvido el papel que jugaron los relatos míticos en la conformación del imaginario democrático de los atenienses de la antigüedad y poder entender el significado de la afirmacón de Hegel de que Atenea, la diosa, es Atenas misma, es decir, el espíritu real y concreto de los ciudadanos.
La autora parte de la aceptación de que los mitos no son entretenidos relatos de seres inexistentes que se cuentan a los niños antes de dormir, sino narraciones de singular valor en la medida en que en ellas se custodia todo el saber de lo que vale verdaderamente.